Por qué será que la mayoría de los cristianos desarrollamos una extraña obsesión por defender a Dios. ¿Será que no nos damos cuenta de a quién intentamos poner bajo nuestro finita existencia y limitado poder?
¿Será que no queremos aceptar que ese no es nuestro objetivo?
El hecho es que cada vez que leemos o vemos alguna publicación que va en contra de nuestro limitado concepto de Dios nos ofendemos, no sentimos incomodos y en la mayoría de los casos nos vemos involucrados en una discusión sin fin tratando de defender lo indefendible, no porque no merezca ser defendido, sino porque nosotros no tenemos la capacidad de defender al Defensor.
¿A caso no es Él Dios y Rey de Reyes? ¿A caso no es Señor de Señores? Entonces, por qué intentar hacernos pasar por "todo poderosos" y "omniscientes" y enfrascarnos en discusiones con necios. Dios no necesita que lo defendamos, más bien nosotros necesitamos de El para saber cómo actuar ante lo que creemos es un ataque contra nosotros.
Ellos con su ciencia y nosotros con nuestro Dios, cada uno intentando demostrar qué fue primero, si el huevo o la gallina; tan necios ellos como nosotros, que no entendemos que Dios sin ciencia y ciencia si Dios nos son explicables.
La Biblia misma nos invita al conocimiento, a alcanzar la sabiduría (Proverbios 16:16 NVI; Romanos 11:33 NVI), pero también nos dice que siempre habrá algo para lo que no habrá explicación (Isaías 55:8 NVI).
Así que no nos conformemos con solo "creer" ciegamente en lo que los "sabios" nos dicen o en lo que está escrito en un "libro"; aún hay mucho más allá afuera, cosas que Dios mismo quiere que sepamos y que investiguemos. El, como creador de todo, nos ha dado sabiduría y discernimiento para creer e ir descubriendo, poco a poco y con responsabilidad, ese "árbol del conocimiento" (Proverbios 2:6 NVI).
Vendrán muchos más argumentos para hacernos decidir si Dios existe o no pero, al final, si no leemos, si no estudiamos, si no investigamos, y si no nos preparamos, cómo podremos tomar un camino adecuado. Es justo aquí donde esa capacidad de discernimiento nos ayudará a elegir el mejor camino (Santiago 3:17 NVI).
¿Por qué será que no entendemos que la sabiduría comienza por honrar al Señor? (Proverbios 1:7 DHH)
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